Revelaciones
1
Se hizo un silencio. Los portadores sintieron que
sus corazones latían veloces y en la parte superior de sus cabezas una pesadez.
Antes de
comenzar, el mago cerró sus ojos y tomando una bocanada de aire empezó - Nadie
sabe con certeza mi verdadera edad, son muchos años por cierto – y sonrió -.
Cuando fui niño, lo recuerdo, mi madre me solía relatar historias sobre seres
fantásticos que la gente decía que eran imaginarios. Me fascinaban esos cuentos
que hacían que mi mente despegue de la vida cotidiana de una simple aldea y
llegue a todo ese raro mundo donde los seres eran capaces de manejar el agua o
el fuego, la tierra o el aire; otros podían transportarse en el tiempo y el
espacio y habían algunos que creaban tanto mal en nosotros que casi me provocaban
temor. Entrado en la adolescencia esta curiosidad por lo extravagante aumentó.
Entonces, en un día de aquellos tiempos tuve la suerte de conocer, de cruzar mi
vida con la de un anciano que sería de mi actual edad. Su nombre era Zilti - Al
oír aquel nombre los cuatro guardianes susurraron entre dientes “Zilti”, pero
nadie se atrevió a interrumpir - Este anciano comenzó por preguntar mi nombre,
y al instante de habérselo dicho él me dijo “eres tú”. Debo confesar que me
impresioné bastante al escucharlo. Entonces, me pidió que lo llevara con mi
madre y yo lo hice. Recuerdo que habló con ella unas cuantas horas y cuando la conversación
había concluido, mi madre salió de la casa y me abrazó con tal fuerza que aún
puedo sentirla en mi viejo cuerpo, después el anciano me tomó de la mano y me
dijo “ven, llegó el momento”. No entendía bien lo que estaba ocurriendo, pero
así y todo, lo acompañé - Los portadores se miraron entre sí al escuchar las
confesiones del viejo – Montamos cada uno en una mula. Recuerdo bien que la travesía
me pareció interminable, días y noches sin cesar compartiendo las horas con el
anciano, que la mayor parte de las paradas que hacíamos se la pasaba sentado mirando
hacia el horizonte, no comía ni bebía, sólo se sentaba y contemplaba, lo cual
me parecía muy odioso de su parte porque yo necesitaba respuestas a muchas inquietudes que pensaba. Hasta
que al fin un día el viaje concluyó, y llegamos aquí mismo, donde ahora han
llegado ustedes también - dijo mirando especialmente a los portadores -
Recuerdo muy bien que ese día fue uno de los más insólitos de mi vida; cuando
ingresé por primera vez a la caverna ahí estaban dándome la bienvenida una fila
de hombres y mujeres, la mayoría eran ancianos, otros de mediana edad, todos me
observaban y susurraban cosas entre ellos. Así es que fue aquí donde pude
terminar de conocer las historias que mi madre me relataba. Todas esas personas
adultas eran los magos más sabios de esos tiempos, y Zilti era el más sabio. Él
resultó ser mi maestro, lo quise como a un padre y como mi amigo. Junto a él
comprendí y aprendí a vivir. Conocí las artes transmitidas de generación en
generación y me formé como Mago - hizo una pausa y observó las caras de todos,
notó que realmente estaban compenetrados en el relato, por eso continuó.
“Pienso que el ser humano es un ser magnífico, tiene
el poder de
la elección y es por ello que
él mismo es el que forja su camino y con ello el futuro del planeta. Pienso que viene a ser como un
instrumento del cambio y de la regeneración. Pero como deben saber, porque lo viven a diario
en el mundo,
se corrompe con tanta facilidad
que todo su poder creativo se desvanece y queda adormecido… esperando el momento de renacer – en ese
momento, hizo aparecer
una copa para cada uno llenas de agua, Túkmuney le dio un trago a la suya, y prosiguió - . En un tiempo lejano, no hay
fechas exactas, pero lo que se sabe en el ambiente de los magos con certeza es que fue antes de
Cristo fechado en
base al Calendario Gregoriano, hubo mujeres y hombres que descubrieron ciertas características guardadas dentro de ellos
mismos con las cuales podían generar cosas extrañas, las pocas descripciones que se pudieron
recopilar cuentan la posibilidad de mover objetos mentalmente, encender fuego sin
herramientas y hasta
abrir la tierra. Notaron que eran pocos los que habían descubierto estos dones, como llamaron a esas cualidades que luego
denominaron como la Magia; “¿por qué no todos los humanos pueden hacer magia?”, se cuestionaron.
Bueno, el
relato que leí sobre el
descubrimiento de la Magia hace mención de “la división”; pregunté y Zilti me
habló de ella como “el día en que el grupo primogénito dejó de ser uno solo” y no me dijo
más. Zilti era de esas personas que creía que el conocimiento debía ser dado
pero no regalado. Fue así que me puse en la ardua tarea de investigar qué era eso de “la
división”. Les confieso que las respuestas las encontré noventa y siete años después,
luego de haber viajado
de una punta a la otra del mundo, buscando y siguiendo los difusos datos que hay desperdigados. Me informé en base a documentos escritos en
diferentes idiomas antiguos guardados en lugares recónditos y custodiados por criaturas mágicas,
y también entrevistando a los pocos magos dispersos por el mundo que aún estaban con vida en los tiempos en que
investigué.
“Y supe entonces, compañeros míos, que esa división fue nada más y nada menos que una Junta convocada
entre los magos, como se hacían llamar los humanos que hacían magia, y que duró un día
entero sin cortes ni pausas. El tema central a discutir fue si ellos debían dar a conocer sus
artes a los que no hacían Magia. Hubo un grupo numeroso, de ahí su
autodenominación como Los Numerosos, que creía que era de suma importancia enseñar sus
dones, mostrar a los
demás que el humano tiene cualidades sorprendentes. Ellos creían fervientemente que en realidad todos los humanos las
tenían, que era cuestión de ejercitarlas, de ponerlas en práctica y que de a poco iban a “salir
al exterior”. Pero también
hubo otro grupo, con menos adeptos pero de avanzada magia, se trató del grupo que se hizo llamar Los Avanzados, porque estos magos habían sido de los primeros en descubrir dichos poderes y eran cada uno
de ellos muy diestros en las artes de la Magia. En su mayoría eran ancianos,
aunque se relató también la participación de jóvenes superdotados.
Entre el ambiente de los magos se empezó
a denominar Superdotados a los
humanos que expresan Magia ni bien nacen sin ningún tipo de enseñanza previa ni
manifestación. Ahora bien, los Avanzados
tenían
la convicción de no publicar la
existencia de la Magia, pensaban que si la Naturaleza los había hecho nacer con esas condiciones
quería decir que sólo ellos podían usarlas, es decir, el que no llegaba al mundo con
Magia era porque no la tenía y punto. Para ellos la Magia se posee, no se transmite. Les
parecía algo
descabellado el hecho de
despertar algo que, según ellos, jamás estuvo. A esta explicación cuasi ontológica
de la Magia, sumaron su creencia que si uno era mago era porque la Naturaleza misma
estaba encomendándole a uno la custodia del mundo. Dentro de los Avanzados hubo
hasta quienes llegaron a pensar en exterminar a los no poseedores de la Magia alegando que se trataba
de humanos fallidos, de un error de la creación. Pero terminaron acordando entre ellos
mismos que mejor sería subsumirlos, justificando que esos humanos como son diestros
de manos y audaces de mente podían crear y destruir aunque de una manera
rudimentaria y atrasada, por ende, deberían encargarse de las tareas rudimentarias y atrasadas. Estas ideas fueron totalmente rechazadas entre los Numerosos, contestaron que dichas afirmaciones no tenían
ninguna base confiable, que eran puras farsas de magos mezquinos y arrogantes. Se resalta en el
relato que una de las opiniones que más se opuso fue la de un aprendiz de mago que hace nada
más un mes había comenzado
a poder mover un milímetro una cuchara. Se describe que la Junta estuvo pasmada a gritos, y
que cuando el sol estaba en el poniente dos de los magos Avanzados
echaron un humo denso y el más anciano arrojó una flama de fuego incandescente directo
a ese
aprendiz matándolo quemado en
vida.
“Según la investigación que he llevado a cabo, es
desde ese momento que las dos magias aparecieron, una Blanca y una Negra, como los propios Numerosos y Avanzados las
denominaron. La Blanca representada por los magos dispuestos a enseñar las artes de la magia, la Negra por los
que prefieren ocultarlas. Alude a la luz y a la oscuridad, a lo que se ve y a lo que no - bebió agua
y miró con atención a todos -. Estamos llegando a un punto de inflexión en este ciclo, está
llegando el momento de un cambio de generación. Desde la división el mundo está en guerra, los humanos cada día más enfermizos, ciegos, arrogantes,
egoístas... valores encarnados en los Avanzados,
porque lamentablemente debo decirles amigos míos, ellos han tenido hasta
nuestros días el dominio de este vasto planeta. La magia que expresan es enormemente poderosa, es magia muy desarrollada que
puede acaparar mucho: las mentes de las personas, la vida que ellas llevan día tras día las
moldean con sus poderes,
las someten a una vida sin Magia lo cual es más complicado y superfluo; a la Naturaleza la usan para ver hasta
dónde más pueden llegar. Fueron ellos los primeros en contactar con los seres de los
elementos y de esta manera obtuvieron la llave del poder más grande de todos: la
manipulación de la vida
- cerró levemente los ojos.
“Varios magos de los Numerosos han
caído en
esta despiadada guerra, uno de
ellos es el mismo Zilti, reconocido como el Gran Mago Blanco, y en la actualidad somos muy pocos. Sin embargo, compañeros
y amigos, estamos capacitados para luchar contra la magia negra de Óctubeus, el asesino del gran
Zilti, y uno de los magos más poderosos que ha existido y existe y que defiende a ultranza
los valores de los Avanzados. Sabemos que cuenta con la alianza de los seres del Inframundo,
seres temibles y
peligrosos, y también con las Brujas del
Sur, brujas maquiavélicas que se dice que todo lo ven - viendo las caras de los jóvenes caminó
hacia ellos y les sonrío - Pero no debemos temerles porque nosotros contamos
con ustedes, los Portadores de los Elementos Primordiales. Ustedes son la clave para cambiar el
curso de esta historia
- Miró ahora al grupo - Gracias Marakzamet por estar con nosotros, en el fondo de mi corazón
siempre hubo esperanza en ti. Ewon, tus dones son elevados, y pocos, por no decir
casi nadie, cuentan con tus facultades. Agoth, hombres como tu quedan pocos, qué bueno que la
vida te
puso en mi camino, tu valor es
grandioso. Y tú, hija mía, estoy muy orgulloso de ti. Simploy, tu magia es algo peculiar, desde que
naciste lo has demostrado.
“Es así mis compañeros que somos nosotros los
representantes de la llama de los Numerosos
y luchamos para iluminar a la humanidad, luchamos para terminar con la Ilusión que
ciega a los seres humanos y los envuelve en su egoísmo de especie. Es tiempo
que la Verdad sea revelada a todos para así sembrar un mundo mejor donde cada
persona y donde cada ser – miró a Ewon -
pueda desarrollarse plenamente, dar todo su potencial, porque las farsas
de los Avanzados caerán y la Magia verdadera lo llenará todo.
Se volvió hacia
los portadores - Los Cuatro Elementos están próximos a despertar para el
cambio, el Planeta mismo los debe estar atrayendo. Deben saber que los
elementos en sí mismos son neutrales, neutralidad que explica el por qué los
hemos buscado. Porque si Óctubeus lo hubiera hecho antes el mal ganaría. Quiero
que quede bien en claro esto: los Elementos no saben de sentimientos, nada del
Mal y del Bien, ellos sólo cumplen con su función natural, hacer que la vida y
la muerte se produzcan, es decir, que la Naturaleza lleve a cabo sus ciclos.
Portadores, los necesitamos para vencer a la Magia Negra. Ustedes cuatro son
sus portadores porque sus árboles de la vida se originan en los Cuatro Grandes. Ellos fueron magos
poderosos y enormes, magos que consiguieron manipular al Fuego, al Aire, al
Agua y a la Tierra, han sido tan poderosos que ni siquiera el propio Óctubeus
pudo lograr adquirir tan extraordinarias cualidades con la Magia, y créanme,
eso es mucho decir. La historia transcurrió, nadie de sus familiares está enterado
de esto, puedo asegurarles, pero ella - y avistó un momento a Simploy - los ha
visto. Es Simploy la única que puede sentir a los Elementos que duermen. Es por
esta coincidencia que pudimos encontrarlos y saber que el momento había
llegado. En seguida, Simploy me informó cuando los cuatro elementos se
manifestaron.
“Supongo que saben que los Magos de la Caverna
habían realizado una profecía. Pues bien, esa profecía nos mostró una vía para
proceder si la manifestación de los Elementos Primordiales acontecía. Señores
portadores pongan atención: en poco tiempo los cuatro elementos saldrán de
ustedes para materializarse entre nosotros, dejarán de dormir en sus cuerpos,
específicamente, en sus corazones que es donde residen. Pero, a costa de tal
acto mágico ustedes corren el peligro de perecer - y soltó sus últimas palabras
reveladoras -. Y por ello también los hemos buscado, porque cabe la posibilidad
que junto a mi hija podamos evitar sus muertes, aunque no es algo que podamos confirmar
- y calló, Túkmuney ya había hablado.
2
Con la mente embotada y el corazón caliente, los
cuatro jóvenes no reaccionaban. Simploy los miraba. Y entonces, rompiendo el silencio, Samy apuntaló a
todos con sus ojos miel y dijo - ¿Cómo es eso de que podemos morir? Nos han traído hasta
aquí y recién ahora han sido capaces de decirnos tal cosa…
-
El
error ha sido mío. Era mi deber ponerlos al tanto de la situación, espero puedan
disculparme por haber sido tan débil y no tener las fuerzas para serles completamente
sincera - le respondió Simploy a los portadores con la mirada gacha.
-
¿Eh,
“débil”? - exclamó Samy, y se puso de pie haciendo rechinar la silla contra el
rocoso suelo - ¿Acaso no eres tú la súper maga blanca? Bah, al final resultaron
ser unos mentirosos… Me siento muy decepcionada y engañada, ¡sabía que algo escondían,
lo sabía! – exclamó señalando al grupo.
-
Es
que… - quiso decir algo Simploy.
-
Simploy,
“es que” nada – intervino Ariel - Nos mintieron, a los cuatro, ¡y pensar que los creíamos gente distinta! No
puedo creerlo, ¡nos vamos a morir! – dijo encerrando su cabeza entre sus
brazos.
Y fue ahora Logan el que se puso de pie. Se alejó un poco de la
mesa y dándoles las espaldas dijo en
tono enfurecido – No volveremos a nuestras casas… y eso era parte del trato, lo
pregunté… - veloz se dio vuelta y les gritó como un adolescente peleando con
sus padres - ¡Yo lo pregunté cuando estábamos por partir! ¡Mentirosos,
mentirosos de mierda!
Samy se acercó a Logan y rectificó sus ideas - Sí, son unos
malditos mentirosos. ¡Nos están usando como cosas!
Simploy se paró. Tenía el rostro triste y se había puesto más
pálida que de costumbre – En verdad me siento muy mal, se los digo desde lo más
profundo de mi corazón. Discúlpenme, sé que he cometido un grave error, es que…
Repitió Ariel – “Es que” nada, Simploy, no te excuses. La verdad…
¿cómo se puede confiar en alguien que nos defraudó de la peor manera? Al final
Samy siempre tuvo razón, ¡me siento tan estúpido! Los acompañé, dejé a mi mamá
y a mi hermano solos, ¡soy un idiota, me creí todo el cuentito!
-
Es
que temí si se lo mencionaba no iban a acompañarnos – explicó Simploy.
-
¡Y
claro, es algo obvio! ¿Quién quiere morir a los dieciocho años? Ninguno de nosotros es un suicida, ¡malditos sean! – les
gritó Logan.
En un tono de voz más calmo, intercedió Zatí - De todas maneras
tendrían que habernos dicho la verdad,
nos tendrían que haber dejado elegir, nos tendrían que haber contado todo esto
desde el principio, y capaz, con esa información, capaz elegíamos estar aquí
con ustedes o quedarnos con nuestras familias y con nuestras vidas - y miró
directo a Simploy sin bajarle la vista – Creo que todavía te quedan muchas por aprender
“superdotada”, como por ejemplo que siempre es mejor decir la verdad. Pienso que
¿cómo puedo, cómo podemos confiar ahora en alguien que pisa sus propias
creencias?
-
Muy
bien dicho Zatí – dijo Samy.
De mientras, Túkmuney observaba todo el escenario callado y a
diferencia de Ewon , Agoth y Marakzamet
que fruncían los entrecejos, se lo notaba calmo y paciente. Luego fue Ewon quien habló al ver que Simploy
había quedado como petrificada después de oír las palabras que Zatí le había
dedicado.
-
Es
muy cierto lo que ha dicho Zatí, tendríamos que haberles dicho esto desde el encuentro, y Simploy aún tiene muchas cosas
por aprender; pero voy a excusarnos – y miró especialmente a Ariel, pero él no
la vio porque estaba con los brazos cruzados sobre la mesa y apoyaba la frente
en ellos -. Por un momento pónganse en nuestro lugar: el futuro de todo el
mundo yace en cuatro adolescentes de la gente común, por
tanto, hay que ir a buscarlos y cuidarlos. Sabiendo que la gente criada
comúnmente no toma de buena manera el hecho de morir, ¿cómo decirles que pueden
llegar a morir sin que piensen que van a morir y que acompañen a unos
desconocidos? Se quejan que no hemos sido sinceros y ante la sinceridad
reaccionan como temíamos que reaccionarían - y los escudriñó con sus clarísimos
ojos -. Jóvenes, se están precipitando – Sin perder la sensatez, Ewon les
hablaba a los portadores como nunca antes; esa tez pulcra y clara cambió un
poco a un rostro arrugado, era el rostro de una anciana, como el de una abuela
que está educando a sus nietos - Nada está dicho cien por ciento, no es una
realidad que mueran. Que ocurra o no depende de ustedes y también de nosotros.
Los cuatro saben muy bien que sus vidas ya han cambiado, ya no son los chicos
que eran antes de sus manifestaciones, y saben con toda claridad que no es un
sueño, que las manifestaciones ocurrieron y que los Elementos existen dentro
suyo. Pues bien entonces, ¡vamos, regresen a sus casas si lo desean tanto,
vuelvan a su vida repetitiva, estable, cómoda, predecible y normal! ¿Creen que
sus padres sabrán qué hacer cuando los Elementos estallen y ustedes mueran? En
el que caso que sobrevivan sólo les traerán tristeza y penurias, pero más bien
creo que ni siquiera podrán sufrir, porque ustedes se llevarán a sus familias a
la tumba, ¡y también saben que eso puede ocurrir! ¡Miren a Samy! – y la miró
con esos ojos lo que hizo sentir a Samy una sensación extrañísima como cuando entre
dos personas se transmite electricidad – Tú, Samy, por todo lo que has pasado,
lo que has cargado en tus espaldas, en tu vida misma; has visto cómo el Fuego
mataba a tu familia completa, a tus seres queridos, has sentido en carne propia
cómo te estaba por aniquilar. ¡Todos lo hemos visto, ustedes y nosotros! ¿Así y
todo sigues pensando que puedes arreglártelas sola? Dímelo, por favor.
Samy tenía los ojos empañados y no dijo nada, porque si soltaba
una sola palabra no podría resistirse más a no llorar.
-
Muchachos
y muchachas, nadie dice que es fácil salir con vida a la materialización de los
Elementos, pero para ustedes no es imposible, son los Portadores de los
Elementos Primordiales, los Elementos no podrán deshacerse de ustedes como si
nada – y Ewon les sonrió y su anciano rostro pareció resplandecer - , y
nosotros estamos dispuestos a ayudar para que no sólo ustedes sigan vivos, sino
sus familias, sus seres queridos, y todo el mundo.
-
Necesito
estar solo - dijo Ariel poniéndose de pie y retirándose de la sala.
Los otros tres portadores también se retiraron. En eso Túkmuney
hizo un gesto para que nadie detuviera a los jovencitos ni diga más nada, y
Simploy en un hilo de voz agregó - No se irán, están yendo a sus habitaciones –
y se desplomó en la silla triste y desilusionada de ella misma.
-
Era
de esperarse - dijo Marakzamet después de un momento de silencio.
-
Sí,
claro que era de esperarse, pero todo estará bien, sólo hay que dejarlos que asimilen las ideas, es cuestión de días. Hasta
entonces debemos dejarlos que hagan lo que quieran mientras tanto queden aquí a
nuestra salvaguardia – dijo Túkmuney al grupo.
-
Pobres,
me imagino por lo que deben estar pasando - dijo Agoth.
-
Los
he defraudado… - exhaló Simploy.
-
No
digas eso, hija. Has hecho lo que has podido.
-
Túkmuney,
no la consientas – dijo Ewon seria – Simploy debe hacerse cargo de su error,
era ella la encargada y la que estaba bien al tanto de las cosas. Fue su responsabilidad.
Simploy
alzó la vista para mirar a Ewon – ¿Sabes que eres como la madre que nunca tuve, Ewon? Siempre me regañas en los
momentos justos.
-
Ya te
he dicho que no me compares con tu madre, aunque me alagas mucho cuando lo haces. La doncella albina es una
legenda en el mundo de la Magia Blanca, y de la Negra.
-
¿Tan
buena era con la Magia? – consultó Simploy.
-
Grandiosa
– añadió el Elfo.
3
Logan, Zatí y Samy siguieron a Ariel hasta su cuarto
callados. Al llegar a la puerta, les pidió que por favor lo dejaran solo, pero
sus compañeros se negaron.
-
Vamos,
déjanos pasar, todos estamos mal, no eres el único – pidió Logan con expresión
apenada.
Ariel miró a cada uno y aunque sus deseos eras otros, aceptó y los
cuatro pasaron a la habitación. Cerró
despacio. No se sentaron, ni en la cama, ni en el suelo, y ninguno ni siquiera
usó la silla. Estuvieron un rato callados, a veces quietos en un lugar o sino
caminando lentos y sin levantar mucho los pies. A veces miraban el suelo o el
techo, el ambiente en general; Zatí se estrujaba los lados de la pollera, Logan
varias veces se rascó la cabeza nervioso, Samy de tanto en tanto resoplaba y
pisaba fuerte el piso, y Ariel estaba casi inmovilizado con los ojos bien abiertos.
Y Samy habló quejosa- Qué demonios, cuando me estaba sintiendo cómoda, ¡pero
qué porquería! – sus compañeros atinaron a mirarla un instante, pero ninguno agregó
nada.
Pasó otro rato y Samy se volvió a quejar, los resoplidos iban en
aumento junto a las pataditas al suelo, hasta que colmó la paciencia de Ariel -
¡Bueno terminala, che! Les pedí que me dejaran solo y lo único que hacés es
fastidiarme más, ¡cortala de una vez! – le dijo subiendo el tono de voz. Zatí y
Logan apoyaron la moción.
-
¡Ah
bueno, perdón! – dijo en tono algo irónico Samy – Es que no puedo quedarme sin
hacer nada, no soy de piedra.
-
Pero
no dejas pensar – le respondió Zatí en seco e interrumpió a Samy cuando le iba
a contestar – No nos servirá de nada patear y lloriquear, Samy, déjate de
comportarte como una niña caprichosa.
-
¡Pero
qué demonios me estás diciendo! “¿Caprichosa?”, ¡quién te crees tú! ¡No sabes
nada, ustedes no saben nada que me hacen callar así! – se le colmaron los ojos
de lágrimas - Yo vi morir a toda mi familia, vi cómo se quemaban, cómo se iban
prendiendo fuego y gritaban y lloraban y corrían de un lado a otro sufriendo de
dolor – les exclamaba Samy llorando – Y mi madre me gritaba “¡¿Samy, qué estás
haciendo, qué estás haciendo?!” y yo no podía hacer nada, sólo matarlos más
porque las llamas no desaparecían, sólo crecían y crecían y crecían… ¡Incendié
toma mi casa con mi familia adentro el día en que mi padre cumplía los años! –
estalló en llanto y les gritaba - ¡Y me vienes a decir tú “caprichosa”! Estoy
mal, muy mal, porque ya no tengo nada ni nadie y cuando pensaba tener algo, no
sé, una nueva familia, otra vez se arruina todo, ¡todo!
-
¡Bueno,
basta, por favor! Lo que menos quiero ahora es que nosotros nos peleemos – profirió Ariel - Me están pasando
dos millones de cosas por la cabeza. Les pido disculpas si estoy así serio,
pero no me sale de otra manera, soy así – y miró a sus compañeros – Pero por
favor, no nos peleemos, los cuatro estamos en la misma, si nosotros nos
peleamos estamos fritos.
-
Sí,
es verdad. Ariel tiene toda la razón – pronunció Logan dándose la vuelta – Samy
sabemos que has perdido a tu familia de la manera más horrible, y lo sentimos
mucho, de verdad. Pero no ha sido nuestra culpa, ¡ninguno tuvo la culpa! Sé que
no es lo mimo, por supuesto, pero yo me he peleado con mi novia porque se
asustó de mí y nunca me creyó nada, ¡Zatí casi mata a su mejor amiga! Te
entendemos – se acercó a ella viendo que no paraba de llorar -. Samy, escucha –
la tomó de los hombros – entiendo que necesites llorar para descargar tu tristeza – al oír eso Samy aspiró
el llanto cesándolo un poco y meneó la cabeza afirmando - , pero debes
tranquilizarte, así no solucionarás nada, ya lo debes saber – y haciendo un
esfuerzo emocional Logan le sonrió y la abrazó.
Samy también lo abrazó y le dio las gracias. Y fue Zatí quien le
brindó un pañuelo de tela que tenía en el bolsillo de la falda. Samy lo aceptó
y secó sus lágrimas, después, tomó asiento en la cama. Tenía la cara colorada y
los ojos hinchados. Luego, Ariel también se sentó, pero en el suelo con las
piernas cruzadas. Zatí y Logan continuaron parados. Otra vez en silencio
intercambiaban miradas de tanto en tanto, y por suerte, Samy había parado de
llorar. Estaban pensando, recapitulando el discurso de Túkmuney, el de Ewon,
también recordaban el día y el modo de su manifestación, el día en que los
fueron a buscar, Ariel y también Logan la pelea en el desierto, los Ripul, el ataque de Óctubeus. Pero también cada uno
recordaba eventos de su vida anterior, antes de haber partido de sus hogares
con un grupo de extraños y dejar esa vida atrás… cuando abandonaron lo que para
ellos era su realidad. Y ahora la posibilidad de la muerte, ni más ni menos, y
nunca más regresar.
-
¿Y
qué si sobrevivimos? – expresó Zatí de repente diciendo un pensamiento en voz
alta.
-
¿Y si
no…? – respondió serio Ariel.
-
Y si
no… - repitió Logan sin cerrar la idea.
-
Y si
no, morimos, – afirmó Samy – no hay mucho más.
Sus compañeros se la quedaron mirando. Sí, había dicho algo
completamente obvio, y sin embargo, parecía distinto. Al decirlo calmada les
llegó al núcleo de sus pensamientos organizando las confusas ideas. “Y si
morimos no hay mucho más”, por supuesto que todos seguían sintiendo tristeza e
impotencia, en general a ninguna persona le gusta pensar en morir e imaginarse
su propia muerte, pero sintieron que era algo inquebrantable, porque de una u
otra manera ya hace un año que la muerte los venía persiguiendo. Logan habló –
Bueno, ya estamos acá… ha sido lo que hemos querido, ¿no? Llegar y saber para
qué nos trajeron hasta este lugar, conocer a Túkmuney. Acá estamos… y sabemos
quiénes somos, ¡bueno, yo creo en lo que dijo el viejo! ¿Ustedes?
Zatí alzó la vista para mirar a Logan – Sí, yo también. ¿Por qué
no creerle? Que hay otra gente mala, la hay. Que Simploy es maga, lo es. Que
Marakzamet es un Elfo, es cierto. Vimos a los Ripul. Que
nos han traído a una cueva con un mago, sí. Y en fin, sí, nosotros guardamos a
los cuatro elementos, lo sabemos más que nada, recuerdo esa vez en la extraña
isla… y a Samy convirtiéndose o desapareciendo… ¿Qué raro, no? Somos nosotros,
nosotros – y se tocó el pecho, los brazos, las piernas, la cabeza, y la cara –
Sería muy necio de nuestra parte no darnos cuenta.
Samy y Ariel se pusieron de pie. Los cuatro se acercaron y
formaron una ronda parados en el medio de la recámara. Y fue Ariel quien habló
ahora – Estemos unidos, amigos, nos necesitamos. Si no les molesta y quieren, quiero
que hagamos una promesa: que ninguno va dejar de lado a su compañero y que
entre los cuatro nos daremos fuerzas para soportar nuestra realidad. Y que
hasta el último aliento haremos lo imposible para no morir – y les ofreció las
manos, como indicando que los cuatro se tomaran de las manos. Lo hicieron, la
mano derecha se la tomó Logan, la izquierda Samy, y ellos tomaron a Zatí.
-
Lo
prometo – segura dijo Zatí.
-
Yo
también – afirmó Logan.
-
La
muerte no nos vencerá, no le daremos el gusto – concluyó firme Samy.
Ariel hizo un gesto amable y risueño. Pero entonces, sin haberlo
planeado un brillo peculiar empezaba a rodearles las siluetas: a Samy uno de
tonalidad roja, a Zatí uno celeste, a Logan uno blanquecino y a Ariel uno verde.
-
¿Qué-está-ocurriendo?
– preguntó Logan acentuando cada palabra.
-
Amigos,
pase lo que paso no nos dejemos – pidió Samy –, los necesito, gracias a ustedes aún sigo viva.
Los resplandores cada vez eran más intensos. De finas líneas se
iban convirtiendo en gruesos contornos,
cada vez más y más brillaban y se volvían más espesos.
-
Tengo
miedo… - les dijo Zatí.
-
Tranquilos,
mantengámonos tranquilos – dijo Logan.
-
Soltémonos
de las manos, creo que eso generó los brillos – dijo Ariel.
Pero cuando quisieron hacerlo, un impulso los retuvo. Quisieron
abrir las manos y despegar las palmas unas de otras, pero fue en vano, parecían
estar pegados, aunque no era esa exactamente la sensación, más bien sentían
estar siendo atraídos como la fuerza magnética que une los imanes. Hicieron más
fuerza llegando a fruncir los rostros y a hacer doler las articulaciones de los
hombros, pero sin ningún efecto más que dolor y tensión. Mientras tanto, los
brillos circundantes aumentaban segundo tras segundo. En
eso, los objetos de la habitación empezaron a elevarse, la puerta comenzó a azotarse
generando un ruido hueco, la cama, el pequeño escritorio, la silla y el
roperito empezaron a agitarse golpeando bruscamente contra el suelo rocoso una
y otra vez. Y no había caso, los cuatro portadores seguían tomados de las manos
sin poder separarse uno de otro y cada vez más asustados y nerviosos.
-
¿¡Pero
qué demonios ocurre!? – exclamó Samy, y sin poder llegar a obtener algún tipo
de respuesta de sus compañeros, los cuatro gritaron de dolor.
Unidos de las manos y al mismo tiempo que gritaron, las cabezas se
le fueron para atrás porque las columnas
se le arquearon unos veinte grados, seguido de efervescentes brillos
correspondidos con cada uno de esos colores, que se encendieron a su alrededor
en una milésima de segundo, para luego ingresar a los cuerpos de los portadores
y normalizarse.
Se soltaron de las manos, se observaron fríamente entre ellos, y
entonces…
4
-
¡Padre, los Elementos están
aquí! – dijo Simploy alarmada a Túkmuney después de haber ido corriendo hacia
la cocina, donde su padre, Ewon y Marakzamet estaban charlando. Sin hacer
preguntas, a las corridas, todo el grupo se dirigió a la habitación de Ariel
siguiendo a Simploy – La energía de los portadores está esfumándose, ¡siento a los
Elementos! Sus cuerpos están en la habitación de Ariel, pero sus energías se
disipan - fue informando Simploy a todos mientras se dirigían a toda prisa.
-
¿¡Pero
qué cominos…!? – refunfuñó entre dientes Túkmuney.
Llegaron a la puerta y todos, inclusive Agoth, sintieron una densa
energía desde esa habitación. Simploy
giró el picaporte con la mano sin conseguir abrir la puerta, por eso recurrió a
uno de sus hechizos. La manija se movió, la abrieron y los vieron.
5
Cuando Túkmuney dio por finalizada la charla
prosiguieron a retirarse del salón. Última, Simploy aún acongojada, se detuvo
al lado del sillón de su padre. Lo rozó despacio con las manos y recordó. Ella
estaba en el mismo lugar acompañada de Túkmuney, entonces la niña Simploy
preguntó “padre, ¿por qué estamos aquí?”. Él la miró a los ojos y posándole las
manos en los hombros le contestó “porque salvaremos a la Vida, Simploy”. Luego
su padre se retiró dejando a la pequeña Simploy sola.
Interrumpiendo la
meditación, Agoth volvió de imprevisto llamándola. Oyéndolo, Simploy volteó
para ver; y ahí estaba, apoyado contra los bordes de la puerta.
-
¿Puedo
pasar? – le preguntó Agoth.
-
Sí,
por supuesto. Estaba recordando algo - respondió ella.
-
Qué
recordabas, si se puede saber…- preguntó Agoth.
-
Un
momento especial en mi vida – le contestó -. Yo estaba precisamente aquí donde estoy ahora, con mi padre. Tendría en
ese momento unos seis años y le había preguntado algo sin intención de llegar
más allá, era una niña - hizo una pausa y rió -. Él me respondió con la razón
de nuestras vidas, algo que mi mente aún no podía comprender, y él me lo había
dicho...
-
Túkmuney
es una persona muy especial - le dijo Agoth, y luego agregó -, y tú también.
Permanecieron callados al mismo tiempo que se miraban. Luego Agoth
caminó acercándose a Simploy, y ella dijo amable - Gracias Agoth –
sonrojándose.
-
Sólo
digo lo que pienso, Simploy.
La maga blanca no encontró más palabras para responder a tan
afectuoso cumplido. Por su parte, Agoth
tomó una de sus manos y sin quitarle la mirada de encima, le dio un delicado
beso.
-
Agoth…
- solamente llegó a decir Simploy mientras lo miraba a sus castaños ojos.
Después de haber besado la mano de la hija de Túkmuney, Agoth se
le acercó un poco más deseando comunicar sobre el amor que sentía por ella –
Simploy – dijo y se pausó.
-
¿Si…?
– tímida respondió.
-
Quiero
que sepas algo que durante todos estos años he tratado decirte – Agoth vio cómo
Simploy se sonrojaba aún más -. Bueno, como te he dicho eres una persona muy
especial para mí. Simploy, yo…
-
¿Si…?
– dijo ella. Lo cierto es que estaba nerviosa y, al mismo tiempo, curiosa por
saber de qué se trataba eso de lo que Agoth quería decirle durante todos estos años.
-
Hace
tiempo que nos hemos conocido, hemos compartido muchas cosas desde que éramos
niños, fuimos creciendo juntos, y bueno, he pensado mucho en decirte esto… -
hizo una pausa, y la volvió a mirar – Simploy, siento que…
Inesperadamente, una visión atravesó la mente de la maga como un
rayo. Notando el cambio de expresión en
el rostro de Simploy, Agoth detuvo su confesión - ¿Pasa algo? – le dijo
preocupado.
-
Los
portadores, algo está ocurriéndoles – respondió Simploy con los ojos violetas
bien abierto y el rostro serio.
-
¿Cómo?
-
Vamos
con los otros, no hay tiempo – ella terminó diciendo y salieron de la sala hacia
la cocina para informar a Túkmuney, Marakzamet y Ewon e ir directo a la habitación
de Ariel donde algo extraño acababa de suceder.
6
Antes que ninguno ponga un pie dentro, Túkmuney dijo
– Momento - , y el grupo no ingresó.
Durante el tiempo
en que aprendió las artes mágicas en la caverna de los magos antiguos,
cuando tenía alrededor de veinticinco años de edad conoció la historia de los
Cuatro
Grandes. Ocurrió que el maestro Zilti
le entregó un libro de tres mil páginas
– Te has vuelto lo suficientemente responsable para poder leer sobre uno
de los sucesos más importantes de la historia – le dijo al tiempo que le daba
el libro – Lo debes leer para la clase del jueves – hecho que significó una
dedicación completa para poder terminarlo en dos días. Y conoció, entre otras
cosas, a identificar la posesión de cuerpos
de los Cuatro Elementos Primordiales. En la clase del jueves, Zilti entró en
detalles – Si llegara a ocurrir que te encuentres frente a esta situación
(refiriéndose a la posesión de cuerpos
por parte de los Elementos Primordiales) mantén la calma, convierte tu energía
en tranquilidad, no hables demasiado, no olvides que ellos no piensan en
códigos humanos, siempre sé claro en cada palabra que digas porque una sola
expresión fuera de lugar puede costar la vida de los poseídos y la tuya. Ahora
bien, ¿cómo puede uno saber si una persona está siendo poseída por alguno de
los Elementos Primordiales? ¿Me lo puedes decir, Túkmuney? –. Recordó lo que
había leído sobre las sesiones de entrenamiento de los Cuatro Grandes, contestando – Bueno, se menciona que los cuerpos
que están siendo poseídos parecen estar vacíos de la personalidad de sus
dueños; de un momento a otro quedan con el rostro rígido y si mueven el cuerpo
lo hacen de forma recta y torpe, como muñecos que marchan -. A lo que el
maestro Zilti agregó – Sí, pero además dejan de emitir la energía de los dueños.
Ten presente, todos emitimos energía. Debes llegar a ser capaz de leer cada
una, sabiendo diferenciarlas y relacionarlas con la persona dueña; así se trate
de la energía de un animal, de un insecto, de una planta, tú debes poder
leerla. Entonces, si te encuentras frente a alguien que está siendo poseído por
uno de los Elementos Primordiales, además de mantenerte tranquilo, lee el
cambio energético y en ese momento podrás visualizar al elemento primordial.
Esto siempre y cuando los Elementos Primordiales no se estén manifestando,
claro está, no habría mucho misterio, directamente verás la mutación de los
cuerpos poseídos.
Como su hija
había alertado, los Elementos Primordiales estaban allí; estaban poseyendo a sus portadores, es decir,
bloqueaban la conciencia de los jovencitos superponiendo las suyas, en sí, se
convertían en seres activos. Entonces, se refirió directamente al grupo dándole
la espalda a los genuinos cuatro elementos, y les dijo de forma cautelosa –
Todos manténganse al margen, en este caso me hago cargo yo, están poseyendo a
los portadores. Es una situación delicada, por favor, no interfieran, ¿entendido?
– ninguno se opuso y permanecieron quietos y callados como espectadores. El anciano mago respiró hondo, cerró un
momento los ojos, exhaló paulatinamente el aire, y dio la vuelta entrando despacio
a la habitación de Ariel dejando la puerta abierta. Puso atención para enfocar
la energía de cada joven, estaba… casi como durmiendo, pero no había
desaparecido. Pensó bien en lo que iría a decir y se animó a hablar – Ariel,
Samy, Zatí y Logan ¿qué está ocurriendo aquí? Díganme.
En seguida uno de
ellos respondió con una voz tan distorsionada que casi resultaba incomprensible
– No somos – dijo el cuerpo de Samy, o sea, el Elemento Fuego.
-
Pues
entonces, ¿quién eres? - preguntó en tono ameno Túkmuney.
-
Fuego.
-
Fuego,
¿sabes quiénes son él, él y ella? – volvió a preguntar Túkmuney a la par que señalaba al cuerpo de Ariel, de Logan y de
Zatí.
-
Sí –
sólo dijo el Elemento Fuego.
En eso lo que poseía a Logan habló – mago Túkmuney estamos
atrapados en estos recipientes, el Planeta nos llama, debemos salir.
Sin titubear, Túkmuney miró al cuerpo de Zatí consultándole –
Agua, ¿estás de acuerdo con las ideas de Aire? Dime.
Transcurrieron cinco minutos y Agua respondió – Sí.
Finalmente el mago se refirió al Elemento Tierra que poseía a
Ariel – Tierra, ¿el Planeta los está
llamando a Fuego y a ti también?
-
Sí,
mago Túkmuney – dijo Tierra.
Túkmuney dio tres pasos más colocándose en el centro sin perder
atención en cada una de las energías de los portadores y en la de los Elementos
Primordiales. En eso comenzó a sentir un creciente caudal energético emanado de
los cuatro elementos, focalizó aún más la visión y dio cuenta que cada cuerpo
estaba siendo rodeado de un aura colorida: roja, blanca, azul y verde. Entendió
lo que estaba ocurriendo: cuando los Elementos Primordiales sincronizan entre
ellos se produce una entremezcla energética que les sirve para poder expulsarse
y abandonar el cuerpo de lo que poseen. Pero como en este caso se trata de los
propios portadores, buscarían una liberación completa para terminar de
despertar. Recordó las enseñanzas de Zilti sobre el tema como una ráfaga: “un
cuerpo ocupado durante un breve período de tiempo no corre el riesgo de morir
si los Elementos Primordiales lo abandonaran, es más, sería algo beneficioso
para la víctima, pero en el caso de los Portadores que llevan añares siendo
ocupados y por ende la puerta al cuerpo está sellada debido al pasar de los
años de permanecer en el mismo tipo de cuerpo, la autoexpulsión de los Elementos
Primordiales provocaría una serie de lesiones muy severas tanto físicas como
mentales y hasta la propia muerte. Por eso, para que tanto los Portadores
resulten ilesos y los Elementos Primordiales despierten en toda su plenitud,
los cuerpos y mentes de los que sean los portadores deben estar ejercitadas para
la ocasión, sólo así la Magia Negra podrá ser vencida”.
Por todo esto Túkmuney no demoró y elevando la voz y el báculo de
mago afirmó – Aún no pueden ser liberados, sus portadores y ustedes todavía no
están dispuestos.
-
Estamos
siendo llamados – expresó Tierra.
-
Poco
falta para su despertar, Elementos Primordiales - contestó el mago firme - , me ofrezco como ayudante para que ello ocurra
al debido tiempo.
Los
cuatro elementos contestaron al unísono – Aceptamos. Estaremos en latencia un
año más, el Planeta nos atrae, más tiempo no podremos esperar.
-
Mis
palabras serán cumplidas. Ahora duerman - rectificó Túkmuney golpeando el suelo con el báculo.
-
Tus
palabras son tomadas – parecieron recitar los Elementos Primordiales – y la habitación tembló a causa del potente impulso
que los cuatro descargaron en una milésima de segundo. Luego, los cuerpos de
los portadores se desplomaron de manera abrupta.
Ya no había rastros de la densa energía propia de los Elementos
Primordiales, por lo que Túkmuney permitió a los demás el paso a la habitación.
Se acercaron a los cuerpos yacientes y le consultaron al mago bien cómo terminaron
las cosas. Mientras él revisó agachado a los jovencitos posándoles ambas manos
en el pecho y se aseguraba que ninguno había sufrido algún tipo de daño severo,
tomaba sus frecuencias cardíacas y respiratorias, puso al tanto a los
compañeros – Los Elementos Primordiales han vuelto a dormir, sí. Se han
retraído otra vez a los corazones de los portadores. Al parecer los jóvenes se
encuentran estables, ninguno resultó mal herido. Sólo han quedado muy
debilitados, lo más seguro es que permanezcan así, inconscientes, durante tres o
cuatro días – se enderezó ayudándose con el báculo – No hay de qué preocuparse.
Ayúdenme y llevemos a cada uno a su cuarto así descansan tranquilos.
-
Vayan,
yo me encargo del señor Ariel – dijo a los demás Agoth. Lo alzó y lo acomodó en
la cama sin zapatillas y tapado con la sábana. Marakzamet levantó a Samy y a
Logan, uno debajo de cada axila sujetos desde la cintura, y Ewon llevó a Zatí
entre sus brazos como una beba.
Cuando hubieron acomodado a los cuatro, cerraron la puerta de cada
habitación y fueron todos fuera de la caverna.
-
¡Uf!
- exhaló Agoth fuera - Estuvimos cerca de un desastre, menos mal que llegamos a
tiempo, y se miró cómplice con Simploy.
-
Padre,
¿por qué ha ocurrido? - consultó ella.
Y Túkmuney aclaró - Los jóvenes están muy sensibles, con toda la
información que han recibido están
expuestos a cambios abruptos del temperamento, a fluctuaciones emotivas, todas
cosas que crean un desequilibrio en ellos mismos y hacen “llamado” de los
elementos, que es debido que aún duerman. Por suerte pudimos controlar la situación,
y he llegado a un acuerdo que no debemos incumplir – en tono de importancia
agregó - Contamos con un año para ejercitar a
los portadores, plazo que en las apreciaciones temporales de los elementos es
muy poco, pero que para nosotros es más que suficiente; un año es para ellos lo
que viene a ser un segundo en nuestro reloj.
-
Mjm…
¿De qué tipo de ejercicio estamos hablando? – preguntó Marakzamet.
-
Del
que los aspirantes a magos siguen – respondió Túkmuney.
-
Disculpa,
¿tú crees que en un año podrán ser magos? – dijo Ewon – No es algo que se aprenda tan rápido, ¡tú lo debes saber!
-
Si no
lo intentamos no lo sabremos nunca, dama Ewon – contestó solemne el anciano – Como dije antes, no es algo de lo
que pueda estar completamente seguro, pero sí creo que si estos jovencitos han
sido escogidos por los Elementos Primordiales no debemos subestimarlos, así que
de mi parte pondré todo para hacer despertar la Magia en ellos – fue mirando a
todos – El gran Zilti me educó especialmente
para que llegado este momento sea capaz de ejercitar a los portadores y que los
Elementos Primordiales renazcan completos, es decir, sin que dejen partes de su
energía dentro de los portadores y lleguen a ser capaces de dirigir un ejército
de seres elementales, porque es la única manera de derrocar a Óctubeus y de
terminar con el Gran Sueño.
Con ojos abiertos de asombro, los misioneros de Túkmuney se
enteraron de la identidad de su maestro:
ese niño que el representante de la Magia Blanca había ido a buscar eligiéndolo
y cuidándolo con la vida misma, el discípulo preferido de Zilti, era el
mismísimo maestro de los portadores de los Elementos Primordiales, de los
receptáculos que el Planeta había elegido para custodiar a sus elementos.
7
Era un lugar inhóspito que a simple vista generaba
un solo pensamiento: muerte. En este vasto campo ya no crecían ni hierbas, ni
flores, ni siquiera dientes de león o malezas, de la fauna no había rastros. Se
avistaba polvo, piedras, y muy a lo lejos parecía verse agua, si es que
aquellos vapores humeantes color púrpura podían ser llamados agua, brotaban de
entre la tierra añeja y entrecortada. La luz se había ido hace tiempo: la
mayoría de los días el cielo era azul oscuro y de tanto en tanto cambiaba a un rojizo
tormentoso, pero no llovía, nunca llovía. Si uno se pusiera a transitar por
este sitio perdido en los mapas, los zapatos le quedarían a uno cubiertos de
par en par por ese gris polvo seco y la respiración comenzaría a ser
dificultosa, pesada y quedaría uno embotado y hasta tumbado. En el caso de
lograr seguir caminando algunos kilómetros más hacia el este, uno se toparía con
una antigua construcción de piedras, con las ruinas de lo que había sido una
ciudad, eran ruinas lo bastante grandes como para pasar desapercibidas y más
viéndolas en medio de este mar de muerte y soledad.
Y de pronto, un
camino de tres metros de ancho trazado con adoquines negros azabache que
brillaba dejándole a uno los ojos encandilados luego de tanta opacidad. Iba
serpenteando la tierra polvorienta algunos metros hasta el umbral de un inmenso
edificio gótico hecho con los mismos adoquines azabache. Imponente se alzaba la
construcción: con cinco entradas de diez metros de alto protegidas por sus
rastrillos de acero donde una de ellas tenía el puente levadizo para no caer en
esos rugientes vapores púrpura. Ciento treinta y tres ventanas cada una
vigilada por dos gárgolas de piedra a sus lados, seis torres coronadas con
techos puntiagudos que parecían rascar el oscuro cielo, una torre de homenaje
que hacía honor a su nombre enfrentaba el inhóspito paisaje, y si las seis
torres parecían rascar el cielo, ésta lo traspasaba dividiéndolo en dos. Había banderas
que flameaban de los mástiles engarzados de cada torre, todas con un único símbolo:
el pentagrama con los dos picos de la estrella hacia arriba.
Uno puede visitar
castillos por Europa u Oriente, pero nunca se encontraría con uno como este, ya
sea por su magnificencia arquitectónica o por estar aún habitado y en esplendor,
porque dentro de este gran castillo de brillo azabache se asienta el que pudo matar
a Zilti, el gran mago negro Óctubeus. Pues estos eran sus dominios, tierras
conquistadas tras ejercer su poderío mágico sobre los antiguos habitantes. Lo
único memorable del antiguo pueblo eran aquellas ruinas…
Antes de haber
ganado la región, Óctubeus tuvo que hacer uso de sus artilugios oscuros para
desterrar a los que eran dueños hasta esos momentos; en lo único que se parecían
era en el hecho de conocer de la magia. Sin embargo, no eran muy diestros en el
arte, la mayoría eran iniciados y jóvenes que habían formado una comunidad para
continuar con el aprendizaje que habían
comenzado con sus maestros, tenían un objetivo claro: vivir en paz y aprender
la Magia. Además de la práctica diaria, eran buenos agricultores y artesanos.
Dedicaban a la tarea del cultivo algunas horas de la mañana, y a la artesanía
algunas horas de la media tarde cuando el sol bajaba un poco y se podían salir
de las casas a tomar aire fresco, creaban con sus manos hermosas cosas: algunas
de arcilla, otras de paja, había otras de madera, y también labraban muy bien
las piedras. Acostumbraban a organizar fiestas al menos una vez a la semana,
donde hacían de la música algo fantástico, pues varios de ellos sabían de
instrumentos y notas musicales; la música era su musa inspiradora para todo, la
consideraban elemental para la creación, para la inspiración y, claro está,
para lograr magia. Para ese entonces, antes del ataque devastador del mago
oscuro, ya habían nacido nuevos habitantes. Se trataba de los hijos de los
aprendices, y resultó ser que uno de esos niños nacidos manifestó magia al
nacer: se trató de una niña algo peculiar, de exótica apariencia, toda ella
blanca como la luna, y sus ojos rojos como el rubí. Ocurrió que cuando el
médico y la comadrona asistieron el parto, primero vieron un capullo salir de la
madre, era un capullo verde que flotaba por los aires, y luego, la niña
aparecía en el mundo, abrió sus ojos rubí y el capullo floreció como por arte
de magia, “¡Superdotada!” exclamaron el médico y la partera al unísono.
Los padres de
esta niña recibieron congratulaciones de aquí y de allí, la noticia corrió de
boca en boca pasando de pueblo en pueblo; se organizaron varias fiestas en conmemoración,
porque todos estaban felices ya que la niña era una prueba más de la Magia: de
padres aprendices había nacido y con sólo segundos de vida hubo demostrado sus
dones. Muchas felicitaciones llegaron de los Numerosos.
Aunque para esos días ya no eran tan numerosos como en los primeros tiempos, aun
eran un grupo considerable; este nacimiento les dio más fuerzas para levantar su
estandarte. Los más ancianos estuvieron orgullosos del pueblo de aprendices
formado, pues estaba contagiando a más jóvenes a seguir el ejemplo, lo cual,
los dejaba tranquilos si les llegaba la hora y tenían que dejar este mundo,
habiendo nuevas generaciones para defender sus ideales.
Pero entre tanta
emoción y algarabía llegó en un día de esos un hombre a caballo cubierto con
una capa de seda negra, pulcro y de aire siniestro, y sin siquiera devolver el saludo
a los jóvenes que paseaban por el camino que daba entrada al pueblo, avivó a su
animal y entró estrepitosamente en una sola dirección (casa de la niña
superdotada, casa de la niña superdotada, casa de la niña superdotada, casa de
la niña superdotada). Y
sin más, la halló, entró sin desmontar y encontró a su madre dándole el pecho a la mismísima niña. Alzó su mano y la niña se
desprendió de golpe. La madre gritó –
Deme a mi hija, ¿cómo se atreve? ¿Quién es usted? - . El extraño se quitó por un momento la capucha y allí se vieron por
primera vez, la niña superdotada y Óctubeus.
-
¿Cómo
se llama la magnificencia de la Naturaleza? - le preguntó a la madre.
-
¡Ya,
deme a mi hija! - gritó una vez más con ojos relampagueantes.
-
Pues
entonces le pondré el nombre que se me plazca, basura – le respondió Óctubeus sin cuidado. Y salió montando con la
niña en los brazos envuelta en su oscura capa.
Sin perder tiempo, la madre salió de su casa y exclamó a sus
vecinos - ¡Se la lleva, se está llevando
a Simplem! - a lo que todos respondieron. Dejaron sin cuidado las tareas y
salieron en resguardo de la niña, corrieron para alcanzar al ladrón, y los más diestros
con la magia fueron lanzando algún que otro hechizo, pero sin efecto. Y el
oscuro se detuvo por un momento - ¡Ja, acaso piensan que eso es la Magia, ignorantes!
- les dijo altivo.
-
¡Devuélvenos
a nuestra hija! - gritó el padre de la niña.
-
¿Su
hija? Ella es la hija de la Naturaleza, estúpidos, ¿cómo puede ser la hija de unos retrógradas como ustedes?
-
Es
nuestra hija, yo la parí, ¡démela! - le gritó la madre sin miedo.
-
Escoria,
esta niña me pertenece de ahora en más, olvídense de ella y de todo este mundo de fantasía en el que viven - y se quitó
otra vez la capucha - ¡Ahora verán lo que es la Magia, algo que ustedes nunca
podrán usar porque no han sido elegidos! Aprenderán a respetar a los magos de
verdad - y alzó su brazo derecho abriendo la mano - ¡Utzclof aminodatek! - pronunció y de pronto mil rayos púrpura
emergieron de su mano derribando a todo lo que se cruzara, todo explotaba, se
desvanecía, moría, desaparecía para nunca jamás volver a ser.
Los prados, los cultivos, los instrumentos, las aguas dulces, la
luz, todo fue diciendo adiós, las casas se desmoronaban formando ruinas de
piedra… Y un llanto se oyó – Ya estás a salvo, Simplem, ¿así que es así cómo te
llamas? – le dijo Óctubeus mirándola a esos ojos rubí - Serás el vehículo de mi
progenie.
Nada más pasaron tres días y el enorme edificio azabache ya estaba
levantado imponente como hasta estos días. De la niña no se supo más nada hasta
pasados largos y lentos años. Y ocurrió una paradoja, porque cuando se supo de
la niña (que ya no era una niña) Óctubeus la perdió para siempre. Porque un
buen día, Simplem huyó del castillo y de aquellas tierras muertas, pero no se
fue sola, para entonces en su vientre anidaba algo más que un bebé, había
Magia. Cómo hizo para huir de las manos del gran mago oscuro, sólo ella lo
supo, pero lo cierto es que nunca más Óctubeus pudo dar con la jóven Simplem,
con la doncella albina que sorteó la magia del gran Óctubeus, con la legendaria
superdotada, como se la recuerda en las leyendas que sólo conocen los que saben
de la Magia.
La ira llenó al mago oscuro, puesto que buscó de norte a sur, de
este a oeste sin hallar ningún rastro de su pieza mayor. Hasta que hizo una
especial visita a las Brujas del Sur, las brujas que se dice todo lo ven, y se
enteró que su progenie había nacido, lejos de él y de sus aposentos, pero
nacido al fin.
Ahora,
en su enorme salón, intrigaba el gran golpe que, según él, lo elevaría a la
victoria eterna.